invasiones humanas

Desde hace unas semanas no paro de fijarme en la cantidad de animales que aparecen muertos en las cunetas de las carreteras: gatos, erizos, aves, perros. Y me parece una verdadera tragedia que esto pase todos los días y que estemos casi totalmente inmunizad@s.

En Valparaíso, los perros callejeros ladraban y perseguían a las ruedas de los coches: me hacía pensar que esas ruedas y esas máquinas eran sus principales enemigos y les tenían un rencor milenario.

Ayer por la mañana una paloma agonizaba encima de un coche aparcado, quién saber por qué se puso allí para emitir su último aliento.

En un mundo donde lo ilógico se ha vuelto la norma, la mayoría de personas vamos a trabajar a un lugar donde no vivimos. Normalmente no hay transporte público regular que nos permita llegar a esos lugares así que llenamos autovías y carreteras de coches ocupados por una sola persona. Vamos con prisa, con nervio. Las ciudades cada vez se diseñan más con periferias de zonas residenciales donde los comercios están alejados y has de ir, como no, en coche.

Los animales, que pasaban por allí, no entienden de nuestros tiempos y siguen su vida tranquila mientras invadimos su espacio y sus ritmos.

Hace poco incluso tuve un duelo de miradas con un gato que pretendía cruzar la carretera y vio que yo aparecía (encima de mi máquina, claro). Se quedó parado, petrificado, no sabiendo si continuar, intentando descifrar cuáles serían mis movimientos. Le hice un gesto de que pasara y muy cívicamente los dos proseguimos nuestro camino.

Esta situación mundial me parece un drama, y la cosa no parece que vaya a cambiar. Durante el confinamiento, los animales fueron mucho más felices y estuvieron mucho más tranquilos sin nosotr@s. Hace sólo dos meses de eso, y ya lo hemos invadido todo: tierra, aire y mar.

Siento venir a decir lo mismo, pero es que es una idea que se me repite constantemente: la especie humana, que también ha hecho muchas cosas positivas, somos en la actualidad un virus. Y hasta que no seamos conscientes de esto, poco va a cambiar.

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